El signo en forma de cruz, representada en su forma más simple por un cruce de dos líneas en ángulo recto, es anterior en gran medida, tanto en Oriente como en Occidente al cristianismo. Se remonta a una época muy remota de la civilización humana. Es representado para referirse el aparato usado para encender el fuego, así como el símbolo del fuego sagrado o como un símbolo del sol denotando su rotación diaria. También se ha interpretado como la representación mística de un rayo o del dios de la tormenta.
Otro símbolo asociado es la cruz ansata (ankh ansata o crux) de los antiguos egipcios, a menudo representado en las manos de la diosa Sekhet, y como signo jeroglífico de la vida.
En la Edad de Bronce, la representación de la cruz entró en uso con diversas formas y en muchos objetos: broches, cinturones, fragmentos de barro, en el fondo de los vasos de beber...
Investigadores afirman con estudios y pruebas, que tal uso del signo no era meramente ornamental, sino más bien un símbolo de consagración, especialmente en el caso de objetos que pertenecen a entierros. En el cementerio proto-etrusco de Golasecca cada tumba tiene un florero con una cruz grabada en ella. Cruces de diseño más o menos artística se han encontrado en Tirinto, en Micenas, en Creta, y en un broche de Vulci.
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